Cuando tienes 18 años la vida es precisamente asi, de colores, de colores vivos y chillones. Cuando tienes 18 años te sientes inmortal, nada te puede parar y te comes en mundo a cada paso. Con una vitalidad exultante que te impulsa hasta el pedestal de una vida casi por estrenar.
Para muchos de los que me voy a permitir el lujo de llamar "mis niños", sus vidas en colores se tornaron al mas triste de los blanco y negro en un instante. No se si fue dolor físico, pero pude sentir una punzada en el pecho cuando oi la noticia que nadie podía creer.
Que alguien pueda ser arrebatado del trampolín de la vida hiela la sangre del mas caliente, y esa mañana de Sábado todo estaba helado.
Incrédulos nos mirábamos a los ojos sin ser capaces de dirigirnos ni una palabra, y afortunados los que rompían a llorar porque desfogavan su angustia.
Uno se creer preparado para todo, pero cuando mas firme y entero te crees, llega la vida y te golpea con la muerte. Con una muerte absurda como casi todas, pero injusta e inexplicable como ninguna. Cuando se va una persona, es difícil decir algo malo de ella, pero en este caso nuestro amigo no tuvo ni tiempo de ser malo.
Creanme que en estos momentos me gustaría creer en Dios, pero solo para pedirle cuentas, para agarrarlo de la guerrera y decirle que me mire a los ojos y me de explicaciones de esto.
Muchos de esos niños tuvieron que hacerse adultos de golpe, y su primera experiencia con una perdida fue tan cercana como la de uno de ellos mismos. Solo me gustaría desear que a ninguno de ellos la vida les golpee como lo ha hecho con Toñi, Víctor, Manolo....
No me lo pude creer ni viéndolo ahí, dormido, y creo firmemente que permanecerás vivo en la medida que te recordemos, así que Ismael no te pongas el chandal que vas a entrar....